En esta etapa cobraron importancia los movimientos regionalistas que abogaban por la defensa de los derechos de cada una de las regiones que conforman nuestro país. En la Constitución se establecía una nueva división territorial y en el caso particular de León, se buscó su unión con Zamora y Salamanca aunque en ocasiones se reclamó la existencia de León como unidad uniprovincial. En todo caso existía un gran rechazo a la unión con Castilla, con la que no se sentían identificados. Sin embargo, Martín Villa, ignorando las preferencias de su pueblo, organizó la comunidad de Castilla y León tal y como la conocemos hoy. Ante este hecho, La Bañeza y toda la comarca se manifestó e incluso escribió años después un manifiesto a los reyes reclamando la autonomía lejos de Castilla.
Los recursos con los que León estaba provista fueron desaprovechados y se relegó a la provincia a un segundo plano, provocando no solo la despoblación de sus zonas más rurales sino también el atraso económico y tecnológico de la comarca.
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